Catalunya 1400

El gótico internacional

Exposición del 29 de marzo al 15 de julio de 2012

La otra historia de Sant Jordi

Bernat Martorell. Sant Jordi llevado al suplicio

c. 1434-1437.
París, Musée du Louvre, Département des Peintures
© RMN/Daniel Arnaudet

En 1456, se decidió que la fiesta de Sant Jordi se celebrase en toda Cataluña. Unas décadas antes, los diputados del General (Generalitat de Catalunya) ya habían escogido al santo caballero como patrón. Sant Jordi se identificaba con el ideal aristocrático y caballeresco de la época y representaba a la perfección los ideales de una institución que velaba por el buen cumplimento de las leyes catalanas. Entre 1432 y 1434, los diputados hicieron construir una capilla dedicada al Santo en el Palau de la Generalitat en Barcelona y durante los mismos años, o poco después, encargaron también un gran retablo que presidiese el altar. Este retablo es, seguramente, el que actualmente se conserva fragmentado y distribuido entre The Art Institute de Chicago y el Musée du Louvre de París.

En el retablo se representan aspectos de la leyenda del santo. Concretamente en la tabla central, que se encuentra en Chicago, se presenta la imagen más popular del mito: la idealización de Sant Jordi caballero, que mata al dragón con la finalidad de salvar a su princesa. Por el contrario, las tablas laterales que se encuentran en el Louvre de París se centran en los aspectos hagiográficos del santo menos conocidos en la actualidad: la otra cara de un Sant Jordi, en la que ya no figura como héroe, sino como víctima. Por este motivo, en las cuatro tablas se describen los cuatro episodios, casi desconocidos por el público actual, del martirio del santo: el Juicio, la Flagelación, Sant Jordi llevado al suplicio y la decapitación. La historia de un caballero cristiano de noble familia, que en el siglo IV bajo el Imperio de Diocleciano, optó por morir, soportando siete años de martirio fiel a sus convicciones religiosas.

El Palacio de la Generalitat y sus artistas

A finales del siglo XIV e inicios del XV se edificaron o remodelaron los dos edificios que aún funcionan como las sedes principales del gobierno civil en Barcelona: la Casa de la Ciudad, y la Casa de la Diputación del General (Palau de la Generalitat). En la decoración de estas construcciones participaron algunos de los mejores artistas del momento. El escultor Pere Joan, que esculpió el magnífico medallón representando a Sant Jordi matando el dragón, de la fachada del Palacio de la Generalitat en la calle del Obispo, o el autor del Retablo de Sant Jordi de la capilla del mismo palacio. Con el paso de los años se borró la memoria de estos artistas, y el pintor del Retablo de Sant Jordi permaneció durante muchos años en el anonimato.

Buscando al Maestro de Sant Jordi

Un largo camino lleno de obstáculos acompañó la identificación del autor de esta obra maestra del arte catalán. La fragmentación del retablo comportó el olvido de la unidad del conjunto pictórico. Se conservan cinco de las tablas que componían el retablo original. Al venderse por separado, fueron cambiando de titularidad hasta llegar a su ubicación actual: una en el Art Institute de Chicago y cuatro en el Musée du Louvre de Paris.

La dispersión geográfica de las piezas favoreció diferentes estudios. Desde finales del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX diferentes especialistas identificaron, bajo el nombre de Maestro de Sant Jordi, a un pintor de gran valía. Se le atribuían, por filiación estilística, otras obras de similar calidad pero de las que se desconocía el origen. El misterio de quién se escondía detrás de estas producciones sólo podía ser desvelado con un testimonio documental que atribuyera la paternidad definitiva. El enigma se solucionó cuando, durante la guerra civil, se encontró en el Archivo de la Catedral de Barcelona el contrato del retablo de San Pedro de Púbol, conjunto con un estilo muy cercano al Sant Jordi de Chicago y obra de Bernat Martorell. Habían transcurrido cincuenta y siete años de estudios para desvelar uno de los grandes misterios de la pintura catalana: Bernat Martorell, el pintor más solicitado de su época, el artista que había acaparado los mejores encargos era, sin duda, el Maestro de Sant Jordi.

Ficha Obra
Autor Bernat Martorell
Título Sant Jordi llevado al suplicio
Datado c. 1434-1437
Clasificación genérica Retablo
Material / Técnica Temple sobre madera de roble
Dimensiones 107 x 35 cm
Obra conservada en París, Musée du Louvre, Départament des peintures